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«Ready to Race»

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KTM

El lema de KTM, «ready to race», que se podría traducir como listo para correr, está directamente relacionado con el ADN de la marca y la pasada primavera tuve la ocasión de comprobarlo de primera mano. Fue durante la presentación de la nueva KTM 390 Duke, el último viaje que hice antes de caerme en el Trofeo Race del Jarama, donde me rompí el radio y los ligamentos del hombro. Pero esa es otra historia…

Los austriacos nos llevaron a su tierra para conocer, además del nuevo modelo, su sede: la fábrica de Mattighofen. El pueblo del mismo nombre basa su existencia alrededor de la factoría, que da trabajo a muchas familias y se ha convertido en una instalación muy moderna. Tuvimos ocasión de ver las tres cadenas de montaje en plena actividad, en las que entra un motor y, en un abrir y cerrar de ojos, sale una moto completa. El modelo que se produce se va cambiando con mucha rapidez y se alternan en función de las demandas de producción, con una capacidad de 400 unidades al día. También vimos cómo se montan los motores, en unos 40 minutos, o las potentes máquinas de mecanizado para hacer las piezas internas de los propulsores. Una visita muy interesante, con unas instalaciones que te sorprenden por limpieza y buen diseño, alejadas de la primera y humilde fábrica que se asentó años atrás, en 1953.

Mattighofen

La fábrica de Mattighofen

Pero lo mejor fue conocer el departamento de competición y es que siendo KTM la vigente Campeona del Mundo de Moto3, ganadores del Dakar y de diferentes competiciones de off-road, te imaginas que vas a entrar en un lugar enorme y lleno de gente. Nada más lejos de la realidad. Cada departamento, velocidad, rallies y motocross tiene un espacio no mayor que el de un taller grande y allí ingenieros y mecánicos, 60 en total, se «estrujan los sesos» para mejorar el rendimiento de sus motos. Un torno y algunos despachos llenos de pizarras con fórmulas, son la tecnología puntera que puedes ver al pasar por sus pasillos. Así que su alto rendimiento en competición es fruto de su habilidad, su trabajo y de sus genes. En contraposición con la potencia de la ingeniería de las fábricas japonesas. Pero la verdadera esencia de estos «austriacos locos», que son como los galos de Asterix y Obelix, la encontré en la cena.

Departamento de Competición de KTM

El departamento de Competición de KTM

Es habitual en las presentaciones que el último día se celebre una cena, en la que compartes con la prensa de otros países y los integrantes de la marca. En esta ocasión, en lugar privilegiado, desde donde se veía todo Salzburgo, coincidí con mi amigo Jörg Schüller. «Jorgito», como el mismo se bautizó, es actuadamente Product Manager en KTM y se encarga de las relaciones entre los diferentes departamentos, marketing, I+D, etc. Pero antes de esto era uno de lo probadores de la revista alemana y colega PS, con la que en más de una ocasión hacemos pruebas en común. De hecho en 1998 nuestro jefe de pruebas, Víctor Gancedo, estaba haciendo una comparativa con él, en el viejo Nurburgring, y Jörg se cayó en la mitad del peligroso circuito. A lomos de una Kawasaki ZX-9R Impactó con el guardarrail y se rompió la cadera, al absorber los dos fémur todo la fuerza del choque. Con esto os podéis hacer una idea del tipo de tío que es Jorgito. El caso es que me senté con él y justo en ese instante apareció Gerald Kiska, el «capo» de

Jörg Schüller

Jörg Schüller

Kiska, una empresa de diseño que pertenece al grupo de KTM pero que trabaja con todo tipo de marcas, incluso de coches, además de la propia KTM. Gerald es un personaje mítico allí y que lleva mucho tiempo trabajando en la cúpula directiva con trato directo con Stefan Pierer, que se ha convertido en uno de los hombres más poderosos en el sector de la moto en Europa. Apenas terminada la primera cerveza Gerald ya hablaba con toda la confianza del mundo y a gran volumen, mientras Jörg y yo nos moríamos de la risa con sus historias, pero la mejor llegó cuando nos pusimos a hablar de lo rápido que iban en moto los empleados de KTM. Jörg me contaba que en las primeras pruebas a las que acudió se quedó sorprendido cuando coincidió en el circuito con la gente de prensa y vio que «daban gas» de verdad. Entonces Gerald asintió y nos contó una reunión entre dos departamentos que acabó en una carrera…

Gerald Kiska

Gerald Kiska

Estábamos en una reunión entre el departamento de marketing, con mi equipo de diseño incluido, y la gente de desarrollo (I+D), decidiendo como sería un modelo que estaba a punto de empezar su evolución, no recuerdo cual exactamente. El caso es que en un momento dado, ante el desacuerdo de las dos partes, la gente del equipo de pruebas increpó a los de marketing, diciendo que el problema era que no tenían ni idea de montar en moto. La respuesta de éstos fue: ¿Cómo… ? A lo mejor somos más rápidos que vosotros. El otro bando se reía ante tal afirmación, así que los ánimos se fueron calentando. La historia acabó con un desafío entre los dos equipos, aprovechando que tenían alquilado el circuito de Salzburgring para unas pruebas. Así que cargaron todo tipo de motos que encontraron en las instalaciones y el sábado se fueron para allá. La cosa se calentó desde el principió y la mañana se convirtió en una especie de carrera descontrolada. Yo vi que los más jóvenes me estaban dando caña, así que cogí un carísimo prototipo de la evolución que se estaba haciendo de la RC8 y pensé: ahora se van a enterar. Pero no me duró mucho la alegría ya que me caí un par de vueltas después, imaginaos que desastre, romper un prototipo exclusivo. Pero no fui el único, la gente se empezó a calentar y fueron cayendo uno detrás de otro. Lo más fuerte fue que el Director Financiero se cayó acelerando y salió por orejas, de modo que voló por encima de la vaya. Al principio solo vimos la moto estrellada contra las defensas, hasta que alguien paró y lo encontró tirado en el suelo. El día acabó con varios empleados de camino al hospital y un buen número de motos destrozadas. Así que el lunes Pierer, el gran jefe, se cabreó bastante y llamó a todos al orden cuando vio, primero, que varios de los participantes no habían ido a trabajar y, después, el lío que había montado en el taller.

Jörg y yo lloramos de la risa con Kiska, un señor de cierta edad, peso y aspecto serio, mientras nos contaba el lío que se formó y como los diferentes departamentos arreglan sus diferencias en KTM. La cena terminó con interesantes historias sobre como se desarrolló la nueva y brutal Super Duke R 1290, pero esas las dejamos para otro día…

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